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¿Parar para avanzar o retroceder?

“Parte de la solución más inmediata a la inequidad está en el próximo proceso electoral, pero votar con indignación es equivalente a no hacerlo o aún peor – llevar al país por caminos de inestabilidad más profundos.”

La fragilidad de la democracia se ha manifestado con mayor ahínco en las últimas semanas, en donde ni el famosos Comité del Paro Nacional y mucho menos el Gobierno Nacional han tenido la voluntad o el arrojo para lograr acuerdos que puedan satisfacer – parcialmente, es un imposible en su totalidad – un pliego de peticiones producto de una historia de inequidades y que recae sobre la población más pobre del país. En este contexto cabe la pregunta si en un marco de pandemia y de falta de liderazgo nacional y local ¿es conveniente para para avanzar o si en realidad a mediano y largo plazo será un retroceso?


Se avanza en demostrar que existe una ciudadanía activa, sensible a las problemáticas del país, que busca discutir temas fundamentales del “acuerdo social”, como son los derechos a la salud, educación, al respeto a la vida, a la lucha frontal contra la corrupción, al trabajo digno entre otros.


Posiblemente se retrocede porque se fractura la democracia. En el contexto de los manifestantes porque a pesar de tener una aparente organización, carecen de liderazgos superlativos – principalmente en lo local –, y los que se ufanan de ostentar esa representación son los mismos sindicatos tradicionales, lo que ha mostrado que en realidad no tienen representación y control de las manifestaciones. En las calles se percibe el inconformismo generalizado – por supuesto que justificado luego de los intentos de imponer una reforma tributaria apalancada principalmente en las clases más pobres –; sin embargo, en donde todos son iguales se hace imposible – o muy extenuante – una negociación eficaz y con resultados a corto plazo. Por otro lado desde las instituciones y el Gobierno, en su afán de buscar legitimidad y control social deciden militarizar las ciudades y apostarle a la confrontación, haciendo uso del ESMAD. Es decir, el Gobierno se muestra inerme, sordo ante las peticiones, y lo único que plantea es coerción y proyectos de más reformas – a la justicia, a la salud, al régimen pensional –, logrando – sin contar el pésimo momento político para presentarlas – que se caldeen más los ánimos y se incremente la violencia.


Se retrocede también al mostrar esa sociedad oculta que busca trasgredir las leyes y se creen con derechos superlativos sobre los demás: ciudadanos armados, sujetos vestidos de civil acompañados de la policía disparando de forma indiscriminada, el ESMAD agrediendo con armas desproporcionadas – cohetes –. También los participantes de las marchas que no dejan transitar libremente, los extranjeros que se creen con derechos de participar y manifestarse sobre las condiciones del país, los que vandalizan la infraestructura, los que no dejan transitar las misiones médicas etc.


Por otro lado los que han brillado por su ausencia son las instituciones, las cuales han llevado a un retroceso en las garantías ciudadanas, porque en ellas recae la responsabilidad de proteger los derechos fundamentales – de los manifestantes, como los que se abstienen de manifestar –. Muchas ONG han asumido la responsabilidad de informar sobres múltiples lesionados, desaparecidos y retenciones arbitrarias; mientras la Fiscalía, Personerías y Defensorías del Pueblo no han asumido un papel protagónico, tanto así que la CIDH solicitó enviar una comisión verificadora, lo cual sólo sucede cuando las instituciones de un país no garantizan la imparcialidad y justicia necesarias.

Si continúan las protestas y sumado a las condiciones económicas ocasionadas por la Pandemia, se prevé una contracción fuerte de la economía nacional. Algunos sectores informan que las pérdidas en un mes de parálisis superan los 14 billones de pesos, lo cual se refleja en desempleo, falta de consumo y en consecuencia baja rotación de inventario en la industria. Para solventar ese hueco fiscal, con baja capacidad de endeudamiento, muy seguramente se requerirán de varias reformas tributarias, las cuales ayudarán a seguir exacerbando los ánimos y generando inestabilidad social. Una problemática compleja se avecina sino se toman medidas correctivas inmediatas, por supuesto partiendo de acuerdos sociales alcanzables.


Por ahora los que están avanzando en consolidar sus negocios, aprovechando el estado de inconformismo de la sociedad, son sin lugar a dudas el narcotráfico por la falta de control fronterizo o en las mismas zonas que se creen controladas por las autoridades como el aeropuerto de Guaymaral o los diferentes puertos. También los avivados políticos que pescan en río revuelto, los que fomentan la deforestación, quienes se apoderan de tierras del estado para ampliar la frontera agropecuaria, los que generan economías paralelas aprovechando la escasez de productos etc., ellos son los que se están favoreciendo de paralizar la economía del país.


Para no seguir desbarrancando la democracia e incendiando el país se requiere innovación, posiblemente será necesario incorporar nuevas figuras de participación ciudadana que sean vinculantes como las propuestas de “mesas de concertación”, sin liderazgos particulares, sino por el contrario basados en la democracia inmediata, haciendo uso de las nuevas tecnologías que permiten a millones opinar sobre un tema en particular. Por otro lado es fundamental que la descentralización sea una realidad en la toma de decisiones, porque los mandatarios locales están maniatados por directrices de orden nacional, las cuales no les permiten tomar decisiones de manera expedita y dar soluciones desde lo local a temas de desigualdad.

Parte de la solución más inmediata a la inequidad está en el próximo proceso electoral, pero votar con indignación es equivalente a no hacerlo – o aún peor – llevar al país por caminos de inestabilidad más profundos. Una prioridad para los próximos gobiernos, debe ser la lucha frontal contra la corrupción, que permita tener mayor inversión social, y en consecuencia mayor equidad, la cual sería una de las salidas que en democracia brinden estabilidad social para esta debacle que se está viviendo. No está fuera de lugar pensar en “reformar la corrupción”: https://ivanovpineda.wixsite.com/website/post/reformar-la-corrupción


 
 
 

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